un diario posible

viernes, 20 de enero de 2012


Desde arriba el Napostá parece
una masa inmóvil
de barro, algas y musgo.
De cerca se ven
pequeñas porciones de agua
que el viento,
que mueve los pastos
y las mínimas totoras,
apenas roza.
También hay gotas
tal vez de insectos
o mojarritas.
Por el puente no pasa casi agua,
sólo una espuma parda, pesada.
Y sin embargo somos muchos
los que nos movemos a su alrededor:
algunos van en auto o en bici,
otros patinan o corren,
yo camino,
es mi velocidad de pensar,
es el ritmo
con el que corto mis versos.
¿Y si viviera a orillas del Paraná
del Iguazú,
del Gualeguay?
¿Escribiría versos frondosos,
floridos,
fluidos?
Acá escribo
versos secos
que el viento vuela.



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