un diario posible

miércoles, 11 de enero de 2012





El 2012 empezó para mí en Montevideo, en una terraza abrazándome con amigas y también con gente extraña, extranjera, brasileños que pronunciaban el saludo en un español raro, pero que por alguna razón sentí menos extraños que la familia prestada con la que me toca festejar a veces. Quiero empezar cada año en un país distinto, que cada brindis sea un presagio de un año lleno de aventuras, de un año de familias inventadas, amigables, azarosas, elegidas.



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