sábado, 13 de junio de 2009
Es la tarde corta de otoño. Adentro hay perfume de nag champa y de jengibre. Me quedo en lo amarillo del sillón, en lo blanco de Lorenza que ama el silencio y la ropa negra, que duerme sobre mí mientras leo. El té perfumado para la gripe, la luz que viene de la novela que no puedo soltar. Ahí me quedo.
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