un diario posible

martes, 31 de mayo de 2011


Los álamos, los sauces, las totoras, los mil colores del otoño que el atardecer agrisa. Las luces de la calle sobre el agua casi negra del Napostá. Siento un grito ahogado como si al día le hubieran puesto
una almohada en la boca para matarlo suave pero firmemente.




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