un diario posible

domingo, 21 de noviembre de 2010


El sol ya secó la lluvia de anoche, los árboles resplandecen y el aire se adensa con un perfume pesado de pinos, pastos y flores amarillas. El Napostá parece quieto, sin embargo se mueve en pequeños círculos y también de izquierda a derecha desde donde escribo. Y no, la ciudad no es fluida como no es fluido el Napostá, tiene como él un olor descompuesto pero por debajo y entre las algas un movimiento lentísimo se puede ver cuando pasa una hoja.



2 comentarios:

Ana Miravalles on 22 de noviembre de 2010, 0:29 dijo...

es muy hermoso, esto, Eva, de ver, de sentir el fluir ahí donde todo parece estanco.

Eva on 22 de noviembre de 2010, 8:14 dijo...

Gracias Ana! Este post le debe tanto a una caminata de domingo a la mañana como al último libro de Mario que estoy disfrutando muchísimo.