un diario posible

lunes, 8 de agosto de 2011


Un costurero guarda siempre cosas pequeñas. Toda caja cerrada es una caja de sorpresas.

La caja es de metal rectangular con una leve curvatura en el frente diríase una S muy suave, estilizada al borde de la delgadez absoluta.

En la base el logo de La Virginia evidencia que fue alguna vez una caja de té. Era de mi tía Teresa, modista de profesión, pero ella guardaba sus hilos, agujas, botones, alfileres y tizas en los cajones de madera de la Singer, no sé para qué la usaba.

La caja es color té con leche, alrededor unos árboles que parecen de la China, con troncos intrincados y hojas (¿flores?) naranjas, abajo pastos altos verde oscuro. Al frente un ciervo macho y una hembra en plena carrera. La misma figura se repite en la cara posterior. En los costados izquierdo y derecho descansan sendos ciervos machos. Los árboles reparten sus ramas de un lado al otro de los vértices redondeados: continuidad.

En la tapa, atrás, en verde oscuro un árbol decididamente oriental. Pastos verde oscuro se repiten. Dos ciervos hembras en descanso: una en pie y la otra, más pequeña, echada sobre sus patas delanteras (parece la cría). Entre ellas una flor dorada, desproporcionadamente grande. A la derecha hojas de otoño. Sobre todo el cuadro la luna llena.

A pesar de los años no hay restos de óxido, sólo un pequeño lugar en el que se saltó la pintura. La caja abre perfectamente y revela en el interior en relieve invertido el dibujo de la tapa.

Hilos verde agua asoman de los bordes. Sobre todo hay una tijera plateada, ésta sí, algo ennegrecida por el uso, levemente oxidada en sus goznes pero precisa y perfecta en su corte, de industria argentina, habituada a manos más expertas y laboriosas que éstas que hoy la manejan, herencia involuntaria de una tía muerta.

Una canastita de cartón amarilla tramada contiene seis rosas amarillas, dos rosas, una encarnada entre hojas verde oscuro y algunas flores pequeñas de color indefinido, tal vez rosado con el centro algo rojo, de esas que siempre completan los ramos. El mismo dibujo se repite en ambos lados, así como también la palabra “basket” en la parte inferior, por donde se abre. Adentro la canasta es de un azul desvaído con un delicado borde de flores y ramas, un dibujo beige casi imperceptible. De un lado, sobre papel glacé rojo agujas cortas y muy finitas y un enhebrador, todo plateado. Del otro, sobre papel glacé amarillo, agujas más largas. Se la compré a una señora en la calle, era muy barata, no sé por qué, si es tan hermosa. Mi abuela dice que esas agujas no sirven, que se doblan.

El alfiletero es rosa, rectangular, con una E bordada en punto cruz. Lo hice con mucho amor, cuando tenía diez años y bordaba. Tiene dos agujas enhebradas con hilo blanco y un hilito azul que se enganchó.

Hay una flor de tela naranja de cuadritos, el centro es un botón verde. No sirve para nada, pero es linda, me la regaló una alumna y me da pena tirarla.

El centímetro es nuevo, azul y blanco por tramos. Está hecho en China, pero las inscripciones “fita corriente” “uso doméstico” “vedado o uso em transaçoes comerciais” están en español y portugués.

Hay una puntilla blanca de piquitos. La compré una vez porque me encantó, todavía no sé para qué la voy a usar.

Hay un papel blanco: “Alfileres extra finos “Erizo” MR Producto SAETA”. Hay una hilera de alfileres perfectamente ordenados. Enfrente uno solo: parece el general. Son muy fáciles de sacar, pero casi imposibles de volver a su lugar. Mi tía tenía en la caja de costura un imán para juntar alfileres perdidos.

Hay un carretel de hilo rosa.

Hay un ganchillo de 7 mm dorado.

Hay un hilo muy raro que hace que se enreden todos los demás: me parece que no sirve para nada y que lo voy a tirar.

Hay una cajita azul de terciopelo que tenía unos aritos de oro que perdí.

Hay un pedacito de elástico: “para algo va a servir”.

Hay un cartoncito con pedazos chiquitos de hilos tostado, blanco, verde seco, marrón chocolate y negro para cuando vas de viaje, por las dudas.

Hay un carretel de hilo negro, un carretel de hilo tostado, otro de verde seco, claro y apagado. Éste tiene una aguja pinchada: para algo lo usé.

Hay un carretel celeste, uno azul, uno rojo, uno violeta, uno azul más oscuro, uno blanco, uno amarillo.

Hay un carretel verde agua y otro blanco: éstos son más gruesos, son de plástico, mucho mejores, más gruesos (seguro que me los dio mi abuela). Los demás son de cartón, creo que los compré en un paquetito de plástico en un todo x 2 pesos, venían todos juntos.

Hay un ganchillo rojo de 4,5 mm, un dedal, una cinta bebé blanca, otra amarilla, otra rosa con un alfiler de gancho mínimo y dorado en la punta, de esas que vienen con la ropa.

En el fondo hay alfileres de gancho, botones, trabitas, lentejuelas, una escarapela, una crucecita, una mariposa, el escudo de la escuela, el de las girl scouts, esas cosas que no sabés dónde poner.





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